Nuevamente os traigo un tema bastante interesante, como habréis comprobado por el título. Soy consciente de que sobre esto se puede escribir mucho, pero sólo explicaré históricamente el porqué de tales alternancias genéricas en algunas palabras del español actual. Como existen gran multitud de causas diferentes por las que se produce este fenómeno, únicamente repasaremos los casos más representativos.
Mar
Según el Diccionario
panhispánico de dudas de la Real Academia Española, esta palabra, que
actualmente se considera masculina, se emplea frecuentemente también en
femenino. Fueron las gentes de mar en la antigüedad quienes le aportaron vigencia
a la forma femenina con expresiones como ´alta mar´ o ´hacerse a la
mar´. Los poetas, más tarde, aprovecharon las locuciones marineras para aportar
belleza poética a sus composiciones, extendiendo todavía más ese uso. Por este
motivo, encontramos tanto locuciones en masculino (´estar hecho un mar de
dudas´ y ´estar hecho un mar de lágrimas´) como en femenino (´cagarse en la
mar´ y ´pelillos a la mar´).
Sartén
En España el sustantivo es femenino y su uso en
masculino, aunque muy escaso, es también existente. En Hispanoamérica, sin
embargo, se alternan ambos géneros con predominio del masculino. Esta
alternancia genérica puede deberse al hecho de que en latín era una palabra
femenina (sartāgo, sartagĭnis), lo que justificaría la
mayor frecuencia del femenino en el territorio español. Si en los países hispanos
del continente americano se suelen referir a ´el sartén´, es porque comúnmente
son masculinas las palabras terminadas en –én. Esta aclaración podría explicar
la variación en el género, aunque son muchos los que todavía opinan que la
consideración de la palabra sartén
como masculina es propia de las clases bajas y se la atribuye como un uso
incorrecto.
Calor
Este podría ser uno de los ejemplos más famosos
cuando hablamos de variación genérica. Es una voz masculina en la lengua culta
actualmente, pero, no obstante, su uso en femenino, propio del español medieval
y clásico, o bien se considera vulgar o bien es usado únicamente con finalidad
arcaizante en algunos textos literarios.
Dote
Aunque hoy predomina el femenino, posiblemente
debido a que es el género etimológico (dos,
dotis), del siglo xiii al siglo xvii encontramos casos tanto de ´la dote´ como de ´el dote´.
Esto quiere decir que, en tiempos pasados, la alternancia en el género era más visible
de lo que es hoy en día. Puesto que era más normal emplear el femenino, durante
los siglos xviii y xix el uso de ´el dote´ se redujo a
favor de ´la dote´. Aquí tenemos la razón por la que la mayoría de los
hablantes la considera una palabra femenina.
Azúcar
También se inscribe el sustantivo azúcar dentro del grupo de palabras que
tiene validez su utilización tanto en el género masculino como en el género
femenino. La utilización de un género u
otro depende de una multitud de factores a tener en cuenta. Cuando va
acompañado de un adjetivo especificativo, se pueden usar ambos géneros con un
predominio del femenino, pero si, por el contrario, no va acompañado de un
especificativo es mayoritario su empleo en masculino. En plural, lleve o no
especificativo, es claramente mayoritario el masculino. Por otro lado, azúcar tiene la particularidad de
admitir su uso con el artículo el y
un adjetivo en femenino, a pesar de no comenzar por /a/ tónica. Se trata de un
resto del antiguo uso de la forma el
del artículo ante sustantivos femeninos que comenzaban por vocal, tanto
átona como tónica, algo que era normal en el español medieval.
Puente
Durante los tiempos del español medieval y clásico, sobre
todo en el habla popular y literaria, esta palabra se empleaba mayoritariamente
en femenino. Efectivamente, tal y como constata el Corpus del Español, del
siglo xiii al siglo xvi los casos encontrados de puente van acompañados de artículos,
posesivos, demostrativos o adjetivos femeninos. A partir del siglo xvii, comenzamos a encontrar
alternancias en las que bien encontramos ´el puente´ o ´la puente´, aunque el
femenino sigue predominando. Ya en el siglo xviii
rara vez se encuentran casos en femenino y el masculino para el sustantivo puente empieza a ser frecuente. El Diccionario panhispánico de dudas,
señala que, en la actualidad, es de género masculino siguiendo a su étimo (pons, pontis). Josep M. Albaigés Olivart, por su parte, opina que es evidente
la alternancia de género porque, aunque se haya ido resolviendo a favor del
masculino porque lo era en latín,
todavía persiste el femenino ´la puente´ de forma arcaica en España y
como matiz diferenciador en Chile al referirse a un puente pequeño[1].
Bibliografía
y sitografía:
Corpus del Español [En línea]. Consultado en http://www.corpusdelespanol.org/
Corpus Diacrónico del Español (CORDE) [En línea].
Consultado en http://corpus.rae.es/cordenet.html
Corpus de Referencia del Español Actual (CREA) [En
línea]. Consultado en http://corpus.rae.es/creanet.html
Joan Coromines. Breve
diccionario etimológico de la lengua castellana. Gredos, 2012.
Real Academia Española (2005). Diccionario
panhispánico de dudas (2.a ed.). Consultado en http://lema.rae.es/dpd/
Real Academia Española (2015). Diccionario de la lengua española (23.a ed.). Consultado en http://www.rae.es/
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